domingo, 6 de abril de 2008

Correspondencia privada para todos los públicos.

Iba a plantearlo como un dilema ético, pero es que no es ningún dilema ético. Es más que evidente que, mientras no den permiso sus dueños, la correspondencia privada no puede hacerse pública. Y menos todavía si han muerto, ya que no pueden defenderse.
Otra cosa es el asunto de si conservar o no cartas de familiares o amigos que han quedado por ahí perdidas. Soy partidario de no destruirlas. Entre otros motivos, porque podría necesitarse algún día abrirlas (con "orden de registro") para aclarar algún tema super-importantísimo.
Dice Javier Marías: "Se me van pidiendo las cartas que me escribió Juan Benet, por ejemplo, y mis hermanos y yo hemos encontrado la correspondencia de Ortega y Gasset no sólo con nuestro padre, sino -y es tal vez la más curiosa- con nuestra madre. Ni él ni ella la destruyeron, evidentemente, y ahora nos tocaría decidir a nosotros si la hacemos desaparecer para siempre o sólo durante un tiempo."

No hay comentarios: