domingo, 23 de marzo de 2008

Los Hornazos.

Habría ido en bici (casi 10 horas) si no hubiera tenido otra forma de ir. Pero eso era antes. Ahora ya no. ¡Con lo que me gustaba a mí ir al monte en Los Hornazos! Era una de mis diversiones preferidas. Pero ya no es lo mismo (hoy ni me he planteado ir). Antes íbamos en burro. Ahora se va en "burro de acero" o en remolque (de tractor). Y así se pierde gran parte (para mi gusto) de su encanto.
Yo solía pedirle a mi abuela un burrito blanco ya bastante viejito que se tropezaba 2 ó 3 veces por cada paso que daba. Si ibas un poco rápido (que no era mi costumbre) y el tropezón era grande, podías salir volando por encima de su cabeza. De todas formas, las caídas (frecuentes) solían tener pocas consecuencias (aunque sí mucho eco, como cuando unos cayeron en medio de la rivera -no estaba yo en ese momento-). Eso sí: siempre teníamos rasguños por todos lados.
Las chicas te pedían montar, con la condición, que siempre aceptábamos, de no correr, y las llevábamos a dar una vuelta (menos mal que ya se había pasado la "moda" de ir de lado en el burro, en vez de ir como es debido: "escarrapanchadas". Si le dabas a correr al burro (era la costumbre), te clavaban las uñas donde primero pillaran. El burro mío apenas podía correr, o sea que si nos caimos una amiga zamorana y yo, no creo que fuera por exceso de velocidad. Pero se hizo un poco de daño ella. A ver si le pregunto cuando la vea cómo lo recuerda.
Aunque pueda parecer que hacíamos burradas, si lo comparamos con las locuras que se hacen ahora con el volante, aquello era un juego de niños. Y las consecuencias lo demuestran.

1 comentario:

Eticaniano dijo...

Ayer:

El protagonista de la reunión fue él, evidentemente. Abría los regalos con ganas pero con serenidad. Este sobrinito segundo mío me parece a mí que tiene carisma (o algo por el estilo). El tiempo lo dirá.