Tenía un profesor yo que el primer día de clase me pareció bastante feo. Pero resultó ser tan majo como persona que al final del curso ya me parecía hasta guapo (aunque no entiendo mucho de estética masculina).
En el insti teníamos una compañera de clase preciosa: a casi todos nos empezó a gustar desde el primer día que la vimos (tal vez también a un profe, que la sacaba mucho a leer). Ella en seguida se dio cuenta, y a los 2 meses empezó a resultar un poco antipática, chulina,... A algunos empezó entonces a gustarnos otra, mucho más simpática y agradable, aunque no tan guapa.
Moraleja: si mejoras tu interior, te verán más atractivo (-a).
lunes, 16 de junio de 2008
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2 comentarios:
Supongo que los que son bellos externamente no necesitan cultivar la belleza interior. Los que no somos especialmente agraciados hemos tenido que currárnoslo de otra manera....
Sí que lo necesitan también los agraciados, ya que lo que cuenta en el fondo es la persona en conjunto, no su envoltorio, que por muy estupendo que sea, por sí sólo es poca cosa. La cuestión está en intentar mejorar uno mismo continuamente, sin competir con los demás, que pueden partir con mucha ventaja o desventaja.
Eso que dices de currárselo de otra manera es muy cierto: está el que se esfuerza, porque nadie le regala nada, y el (o la) que cree que no tiene que esforzarse porque ya obtiene aprobación social por su buena imagen (cosa que va perdiendo según va volviéndose más chulín o chulina).
Hasta otra.
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